Tierno pimpollo

Tierno pimpollo, nueva y fértil planta
Cultivada en el suelo,
Que en breve espacio se levanta al cielo,
Oye un pastor que canta
¡Célida mía!, del virgíneo coro
Honra, luz, y tesoro,
Y al son de tu belleza
Muestra de su zampoña la rudeza.

Del sacro bando de la blanca diosa
La escuadra bella, y casta,
Que en virtud, y nobleza el tiempo gasta,
La guirnalda olorosa
Por mi rústica mano te presenta,
Para que el mundo sienta
Que aún siendo flor muy tierna,
Tu virtud, y valor te hace eterna.

Al son de tu dulcísima armonía
Dejó el arco, y aljaba
La ilustre diosa, que en la caza andaba:
Quedó su compañía
A tu cantar atónita y suspensa,
De la belleza inmensa,
De la gracia extremada,
Envidiosa, contenta, y admirada.

Si el sacro Apolo a Dafne fue siguiendo
Incitado y movido
De la belleza, que en el cuerpo vido,
Tu hermosura viendo,
La luz del rostro que a la suya excede,
Y la virtud que puede
Enriquecer mil almas
No se adornara con laurel, ni palmas.

La clara voz que del Ebúrneo cuello
Sale hiriendo el aire
Con dulce son, y angélico donaire,
El instrumento bello
De piedras finas del dorado Oriente,
Tocado blandamente
De la nevada mano
¿al Dios de Delo no dejara insano?

Y más si viera el instrumento amado,
De que se aprecia Apolo
Haber sido inventor primero y solo
Desenvuelto, y tocado
Con tal aire, destreza, y subida arte,
Sin duda fuera parte
Para dejar las suyas,
Y andar siguiendo las pisadas tuyas.

Viera después por las espaldas suelto
El oro más subido,
Cual esparcido al viento, y cual cogido
En sutil velo envuelto:
El semblante, el aseo, y la elegancia,
Que en la primera infancia
Pudo dar claro ejemplo
A las Vestales del sagrado templo.

Y en suma la virtud que el alma adorna
Mientras más, y más crece
En los floridos años, más parece
Que al primer tronco torna:
Que de tan ecelente y gran sujeto
Tan limado y perfeto
Es justo que se entienda,
Que había de salir tan alta prenda.

Mas la dureza de que está vestido
Tu tierno, y blanco pecho,
Que tiene en llanto mi vivir deshecho,
Cansado, y consumido,
Tu cuerpo y alma desadorna tanto,
Que pone al mundo espanto
Ver, que tanta belleza
Sustente junto a sí tal aspereza.

Canción, cuando el valor de mi señora
Cantes en su presencia,
Acuérdale mi mal, y su inclemencia.


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Poema Tierno pimpollo - Vicente Espinel