El entero varón, de culpas puro,
Por do quiera sin flecha enherbolada
Y sin arco, Sabino, y sin cargada
Aljaba irá seguro,
Ora traviese páramos desiertos,
De ‘umanas plantas no jamás ‘ollados,
Ora çerradas breñas, o empinados
Y malseguros puertos.
Tal vez pasé, con religioso antojo
De veer al gran pastor que el Vaticano
Mora, los montes donde el africano
Caudillo perdió un ojo,
Y, de Flora cantando la belleza,
Sin armas con que deél me defendiera,
Huyó un lobo de mí, que mayor fiera
No vio Naturaleza.
Véame, pues, en la región ardiente,
Negra y estéril con eterno estío;
Véame en la que siempre abrasa el frío,
Y al sol no vee luziente;
Que en cuanto el çielo vueltas multiplica,
Para que el sol al mundo luz envíe,
Amaré a Flora, la que dulçe ríe,
La que dulce platica.
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