Como dize Salamón, e dize la verdat,
que las cosas el mundo todas son vanidat,
todas son pasaderas, vanse con la hedat,
salvo amor de Dios, todas son liviandat.
E yo, desque vi la dueña partida e mudada,
dixe: ¡Querer do non me quieren, faría una nada,
responder do non me llaman es vanidad provada!
Partíme de su pleito, pues de mí es redrada.
Sabe Dios que aquesta dueña e quantas yo vi,
sienpre quise guarda[r]las e sienpre las serví;
si servir non las pude, nunca las deserví:
de dueña mesurada sienpre bien escreví.
Mucho seria villano e torpe pajez
si de la muger noble dixiese cosa refez,
ca en muger loçana, fermosa e cortés,
todo bien del mundo e todo plazer es.
Si Dios, quando formó el omne, entendiera
que era mala cosa la muger, non la diera
al omne por conpaña nin d’él non la feziera;
si para bien non fuera, tan noble non saliera.
Si omne a la muger non la quisiesse bien,
non ternia tantos presos el amor quantos tien;
por santo nin por santa que seya, non sé quién
non cobdiçie conpaña, si solo se mantién.
Una fabla lo dize que vos digo agora,
que ¡una ave sola nin bien canta nin bien llora;
el mástel sin la vela non puede estar toda ora
nin las verças non se crían tan bien sin la noria.
E yo, como estava solo, sin conpañía,
codiçiava tener lo que otro para sí tenía:
puse el ojo en otra, non santa mas sentía;
yo cruiziava por ella, otro la avié valdía.
E, porque yo non podia con ella ansí fablar,
puse por mi mensajero, coidando recabdar,
a un mi conpañero; sóporne el clavo echar:
él comió la vïanda e a mí fazié rumiar.
Fiz con el gran pessar esta troba caçurra;
la dueña que la oyere por ello non me aburra:
ca devriénme dezir neçio e más que bestia burra,
si de tan grand escarnio yo non trobase burla