De cómo se dolía el león

Diz que yazié doliente el león de dolor;
todas las animalias vinieron ver su señor;
tomó plazer con ellas e sentióse mejor:
alegráronse todas mucho por su amor.

Por le fazer serviçio e más le alegrar,
conbidáronle todas queAl darian a yantar;
dixieron que mandase quáles quisiese matar;
mandó matar al toro, queAl podría abastar.

Fizo echán al lobo e mandó que a todos diese;
él apartó lo menudo para el león, que comiese,
e para sí la canal, la mejor que omne viese;
al león dixo el lobo que la mesa bendixiese.

¡Señor! diz, tú estás flaco, esta vïanda liviana
cómela tú, señor, que te será buena e sana;
para mí e a los otros, la canal, que es vana.
El león fue sañudo, que de comer á gana.

Alçó el león la mano por la mesa santiguar,
dio grand golpe en la cabeça al lobo por castigar:
el cuero, con la oreja, del caxco le fue arrancar;
el león a la raposa mandó la vïanda dar.

La gulpeja con el miedo, e como es muy artera,
toda la canal del toro al león dio entera,
para sí e a los otros todo lo menudo era:
maravillóse el león de tan buena egualadera.

El león dixo: ¡Comadre! ¿quién vos mostró a fazer partiçión
tan buena, tan aguisada, tan derecha con razón?
Ella dixo: ¡En la cabeça del lobo tomé yo esta liçión,
en el lobo castigué qué fezíese o qué non!

¡Por ende yo te digo, diçia mas non mi amiga,
que jamás a mí non vengas nin me digas tal nemiga,
si non yo te mostraré cómo el león santigua,
que el cuerdo e la cuerda en mal ageno castiga.

E segund diz Jhesu Christo, non ay cossa escondida
que, a cabo de tienpo, non sea bien sabida:
fue la mi poridat luego a la plaça salida,
la dueña muy guardada fue luego de mí partida.

Nunca desde esa ora yo más la pude ver;
enbïóme mandar que punase en fazer
algún triste ditado que podiese ella saber,
que cantase con tristeza, pues la non podía aver.

Por conplir su mandado de aquesta mi señor,
fize cantar tan triste como este triste amor;
cantávalo la dueña, creo que con dolor:
más que yo podría ser d’ello trobador.

Diz el proverbio viejo: ¡Quien matar quier su can,
achaque le levanta porque non le dé del pan!
Los que quieren partirnos, como fecho lo han,
mescláronme con ella e dixiéronle de plan

que me loava d’ella como de buena taça,
e profaçava d’ella como si fuese caraça.
Diz la dueña, sañuda: ¡Non ay paño sin raça
nin el leal amigo non es en toda plaça.

Como dize la fabla: ¡Quando a otro someten,
qual palabra te dizen, tal coraçón te meten!
Posiéronle gran saña, d’esto se entremeten.
Diz la dueña: ¡Los novios non dan quanto prometen!

Como la buena dueña era mucho letrada,
sotil e entendida, cuerda e bien messurada,
dixo a la mi vieja, que le avia enbïada,
esta fabla conpuesta, de Isopete sacada.

Diz: ¡Quando quier casar onme con dueña mucho onrada,
promete e manda mucho! Desque la ha cobrada,
de quanto le prometió o da poco o da nada;
faze como la tierra quando estava finchada.


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Poema De cómo se dolía el león - Juan Ruiz