Almo, divino sol

Almo, divino Sol, que en refulgente
carro sacas i ascondes siempre el día,
i otro i el mismo naces tras la fría
sombra que huye l’alba luz ardiente;

pura i cándida Ilitia, que luziente
eres del cielo honor, si se desvía
el áureo rayo que tu hermano envía
a tu hermosa faz resplandeciente:

venid ambos, venid, lustre del cielo,
fáciles a mis ruegos. Tú, Lucina,
seas blanda a Celia en la cercana ora.

I pues te honra, ô Febo, con divina
voz, da al infante cuando sienta el yelo
del aire, ingenio i dulce voz sonora.


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Poema Almo, divino sol - Francisco de Rioja