Yo no sabía porqué estaba triste,
No me explicaba mi desesperanza,
La inquietud angustiosa, la añoranza
De algo que se mostraba en lo que existe.
Pero llegaste tú. Te vi, te fuiste
Y cuando ya balbuceaba mi alabanza,
Como a una exhalación que no se alcanza,
En pura ausencia te me convertiste.
Al preguntarme cómo fue que al verte,
La eternidad avisoré en la vida
Y entendí la falacia de la muerte,
Supe que, ignaro, de no haberte visto
En tristeza estaría convertido
Y no habría sabido porqué existo.