A nombre de unas niñas españolas, de familia refugiada en Francia.
Con motivo de una peligrosa enfermedad de la Marquesa de Ariza.
CORO
Suban al cerco de Olimpo luciente,
Eco doliente, lamentos y voces:
Lleguen veloces al trono de Dios.
VOZ 1ª
Oye, señor, el ruego fervoroso
Que humildes dirigimos
En aflicción y llanto,
Con alma pura y manos inocentes.
Ante tus aras a implorar venimos
Favor piedad. ¡Oh! ¡Numen poderoso!
Si súplica mortal merece tanto.
Por ti los orbes giran refulgentes,
Por ti naturaleza
Existe, y a tu voz la muerte dura
Contiene su fiereza.
¡Ay! No perezca la estimable vida
De la que fue nuestro común consuelos,
En la no merecida,
Constante desventura,
Que a nuestros padres a morir condena
En peregrino suelo;
Y a nosotras con ellos, desdichadas.
Ella fue nuestro amparo: ella serena
Benigna, generosa,
Lágrimas, tantas veces derramadas:
En su favor nuestra niñez reposa.
Si la virtud nos guía,
Si las tinieblas del error desvía,
Y aclara nuestra mente
La lumbre del saber, dádiva es suya…
Viva, ¡oh, gran Dios! Tu diestra omnipotente,
Al mundo, a nuestro amor la restituya.
CORO
Si la que fiel se ajusta
A tu ley soberana,
En leve sombra y vana
Se debe disipar:
Antes la parca adusta,
Que la amenaza tenaza fiera,
De crímenes pudiera
La tierra libertar.