El mismo nombre

Tanto tiempo buscándola y ella estaba aquí,

En mis ojos cerrados,

En la noche sola;

Aquí,

Detrás de lo visible,

En la edad antigua de la niebla.

La amé ese día por toda la eternidad.

Yo llevaba un ramo de palabras cuando caminé hacia ella.

-No las pondré en agua – me dijo-, ni he de secarlas para el recuerdo. Se morirán cuando las toque el aire.

Nos vestimos con fuego

Y levantamos nuestros cuerpos con el viento.

– Te haré un vestido de tierra – le dije-,

Con la humedad del mar lo zurciré y con la piel de cielo.

– Aquí no existen las palabras – insistió-.

– ¿Y en dónde sí?-le pregunté-.

– Allá, en la mentira.

La amé ese día, todo el día,

En la niebla, en la nada.

Quise hablar,

En verdad deseaba curar mi voz en su alma.

– Silencio – me dijo-, en mis ojos están todas las cartas de amor que se han escrito sobre la tierra.

La amé ese día,

Y era mía como la vida misma,

Pero me atreví a preguntarle su nombre.

-¿Eres mío, y no sabes que mi nombre es el tuyo?

¡Despiértate! No me volverás a ver.


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Poema El mismo nombre - Ricardo Dávila Díaz Flores