Dije a toda voz el nombre de la amada
Y el océano replicó
Pero era eco quien así me angañaba
Abismo de polvo y moho
Página 303 de la enciclopedia ilustrada
Grité otra vez
Y el viento enredó la melena de los bosques submarinos
Y aspiré el aire el hollín y el oro blanco
Lanzándome al trueno
Como un pez volador
Pero no había nada
Mi amada
Ni sus pezones de niña
Ni el deshabitado hijo
Sólo mi nave de plata
Sus anclas de piedra