Quando entendieron que estava vezino
el poderoso infante que atendían,
le salen todos juntos al camino:
unos saltando, y otros corrían
por ver aquél por quien pierden el tino
aquellos que por sabios se tenían.
Y veisle aquí do viene, desarmado
quel arco, aljava y flechas a dexado.
Con él venía Baco, muy pujante,
con el hermoso Príapo dançando.
El ançiano Sileno iva adelante
su perezoso asnillo apresurando.
Y ansí como llegó el carro triumphante
de blancos unicornios, todo el vando
comiença vn alarido con clamores,
diziendo: “¡biva!, ¡biva el Dios de amores!”.
En la cabeça le vi que traía
de oliva y lauro la corona puesta.
Maravillosa allí la compañía,
qué grande novedad podrá ser ésta:
quel arco, aljava y flechas no quería,
ni venda ante sus ojos en tal fiesta.
Mas vieron que mostrava el casamiento
de paz y amor corona y fundamento.
Imeneo y Saturno acompañados,
Júpiter y Mercurio con Vulcano,
Marte, Plutón, Eolo y sus criados,
Neptuno y Tajo con el Oçeano,
Titán y Apolo – en la hedad trocados –
venían platicando mano a mano,
que todos del mançebo eran parientes,
aunque en el rrostro y años diferentes.