SI me entregas tus tierras
Las fuentes dejarán que beba tu ganado
Y una tarde, cada cien primaveras,
Celebrarán tu nombre con albahaca y lluvia
Los pobladores que no conoceremos.
Pídeme que te ofrezca mi sangre,
Ruégame que robe los dialectos del agua,
Oblígame a entregarte la edad del viento.
Si me ofrendas tus campos todo será tuyo
Y nacerán las flores orientadas a ti
Y los montes tendrán distinta perspectiva
Y las aves un vuelo sin frontera.
Estoy dispuesto a no volver al Norte
Si firmamos la paz y enseñamos la mar a los desiertos,
La palabra a los bárbaros, el sol a los enfermos.
Aquí la muerte es una brisa
Enamorada de tus pechos,
De las frágiles dunas del carácter humano.
Aquí la tierra posee la estatura de los sueños
Y la sombra incapaz de la amargura.
Estoy dispuesto a no volver al Norte
Para estampar los gestos de tu vejez anónima
En todos los espacios
Y edificar santuarios donde viva la llama
De tus ojos abiertos.
Nunca regresaré ni hablaré del pasado
Ni te reprocharé mi corazón sin dueño.
Pero quédate en mí, fuente, cometa, despertar,
Únete a mi aliento, infinitud,
Y respira conmigo
Y toca con mis manos.
Todo podrá ser nuestro
Sin distinción de género. La verdad
Sabe ácima como el pan de los dioses,
A pesar de ser dulce.
Vendrán los peregrinos y tú, esfinge dolorida,
Borrarás los caminos que no llegan,
Pondrás todos los lugares aquí mismo,
Responderás de luto como el tiempo.
Estoy dispuesto a no volver al Norte
Y a llorar algún día recordando mi infancia
Cuando ya estés dormida,
Pero hagamos la paz y rompamos los nombres.