A Octavia
Ni amor canto, ni hermosura,
porque ésta es un vano aliño,
y además,
aquél una sombra obscura.
OCTAVIA
– ¿No es más que sombra el cariño?
“- Nada más.”
Esas flores con que ufana
tu frente se diviniza,
ya verás
cuál son ceniza mañana.
OCTAVIA
– ¿Nada más son que ceniza?
“- Nada más.”
Y en tu contento no escaso,
¿qué dirás que es un contento,
qué dirás?
OCTAVIA
-.¿Nada más que viento acaso?
– ¡Nada más, niña, que viento,
“nada más!”
En la edad de las pasiones,
a vueltas de mil enojos,
hallarás aire,
sombras e ilusiones:
¡nada más, luz de mis ojos,
“nada más!”-