Ha sido ya encendida la tiara de la noche,
oscura noche, empapada noche,
fragancia de abril, jazmín dormido
en tu pliegue inguinal.
Rosas bullendo dentro de tu vientre,
dulces punzadas,
la irresistible sed el labio agrieta
y desde el patio el magnolio azuza,
y sugiere, e impregna la tarlatana,
invade el lecho donde tú reposas,
donde tu cuerpo, manjar apetecido,
dádiva congrua a mis mendigos ojos;
como un hermoso dios me es revelado.
Por dentro, hay buganvillas en tu boca.
Inefable delirio,
nocturna pesadilla,
delicioso terror diluido en mi vulva,
ya mañana, por ti, cortaré adormideras.





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