No todos los ombligos
Son redondos,
Es el tuyo como grano de café
Donde mis manos se pierden
Al recoger
La prestada luz
Que ofrece el sol
Al universo.
El frutecido
Cuerpo de la noche
Se desviste
Sin pronunciar palabras.
En esa oquedad,
El instante
Se deposita en pensamientos
Que predican
El naufragio de un hermoso corazón.
Vientos amarrados
Emergen en espacios iluminados,
Que los amantes festejan
Frente a toda adversidad.
En el paisaje de tu vientre
Las vejaciones
Que nos enrostra la miseria,
La obscena quietud
Que provoca la desolaciones,
Se convierten
En profecías equivocadas
Y como en un sueño
Se da un milagro
Que se desnuda todo
En la gracias de una herida
Incalculablemente oscura
Y devorante
Donde el húmedo olor del silencio
Habla por nosotros…





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