Tríptico doloroso

A José Francisco Valiente

I
Son cuatro inviernos de agonía hermana.
De amanecer el corazón abierto.
Quisiera ser, pero el futuro incierto
Me ensombrece la senda del mañana.
Cuatro años de penumbra cotidiana.
De presentir vivir, viviendo muerto.
De abrir el corazón, sentirlo yerto,
Sin escuchar su musical campana.
El dolor es espina en mi sonrisa.
Aunque nací para cantar, presiento
Ser un gorrión fugaz hacia la brisa.
Esta acerba dolencia me acongoja.
Soy un árbol que lento se deshoja
Y voy de paso con mi hermano el viento.

II
Sólo las sombras en que estoy hundido.
Sin restañar, sin restañar la herida.
Y presentir que en mi vital huída
Me apagaré, lo intuyo, estoy vencido.
Andar bajo la niebla adolorido
Sin atisbar el alba prometida.
Yo bien lo siento se me va la vida
Y soy raíz de un desgarrado aullido.
Le he dicho a Dios, yo soy enfermo y triste.
A mi garganta una resaca embiste
Inundándola de algas y de espumas…
Pero él ineluctable como el viento,
Hundió en mi carne el látigo violento
De su furor y me abismó en las brumas.

III
¡Qué me duele esta arcilla dolorosa
Arquitectura de mi sombra incierta!
Una resaca de violencia abierta
En mi bronquial respiración se empoza.
Este turbión de tos vertiginosa
En mi garganta es una espuma muerta.
Esta agua turbia en mi dolor despierta
Con sus ondas de asfixia rumorosa.
¡Ah! Aguaceros en mis bronquios siento.
Quiero cantar y se me escapa el viento
Y se me encharca de aguas la garganta.
Esperar, esperar lo que no llega.
Andar, andar bajo la noche ciega.
¡La noche ciega al corazón que canta!


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Poema Tríptico doloroso - Roberto Armijo