Tanto Ferreres hermanar sabía
la caridad con la altivez romana,
y, en consorcio feliz, tan bien se unía
en su alma de Catón su fe cristiana,
que si en buscar con su linterna un día,
algún hombre, otro Diógenes se afana,
vendrá a esta tumba, y al leer su nombre,
exclamará en su honor:- ¡Este era el hombre!