Cercada de mil sospechas
La hermosa Jarifa estaba,
Temiendo que Abindarráez
Le faltase la palabra,
Porque ve pasar la noche
Y que a Coín no llegaba.
Con la congoja que siente
Muchas veces sospiraba,
Y sus ojos hechos fuentes
Estas palabras hablaba:
?¿Dónde estáis, Abindarráez?
¡Qué es de ti, bien de mi alma!
¿Por qué has querido engañarme,
Sabiendo que soy tu esclava?
Si no pensabas venir,
Respondiérades a la carta,
Y no hacerme esperar
Para estar desesperada,
Que aunque quiera no lo estar
No es tan larga la jornada,
Que pueda pensar que en ella
Gastaras noche tan larga.
Mas si acaso la fortuna
Me quiso ser tan contraria,
Que te encontrasen cristianos
Para vencerte en batalla,
Ruego [a] Alá que esto no sea,
Antes que quede burlada
Que, por no verte cautivo,
Daré por rescate el alma.
Tanto lloraba Jarifa
Que las piedras ablandaba,
Pero vínole el remedio
Cuando más penada estaba,
Porque lo oyó, que en el jardín,
Que sonaba un cuento de lanza,
Y bajó corriendo [a] abrille
De placer alborotada;
Y con la gran turbación
Casi abrille no acertaba,
Mas después que le hubo abierto,
Un recio abrazo le daba.
Con el brazo echado al hombro,
Al castillo lo llevaba,
Adonde le hizo señor
De su hermosura y gracia.