Oda sexta

A la orilla del mar, sobre la arena,
Pienso al ogro,
-la vida no vivida del hombre amargo,-
Una legión de enanos guiñadores
Lo rodea de piruetas verbales,
-el oscuro bufón de sus sermones,-
Botas de siete leguas usan sus mil razones,
Y recorre con ellas en un rayo
La galaxia infinita de la sabiduría,
En las usinas de la muerte
Compra las herramientas sus malos Humor Es
Por un poco de sangre,
Bajo los truenos del trabajo
Esconde sus angustias,
La lejía del odio rutinario
Le lava las audacias de la blanca confianza,
Y con las sierras de sus gritos
Lima los nervios de sus hijos
Y devora sus vidas como un manjar
Hasta dejarlos tiernos como fantasmas,
Y cuando tiemblan, bajo el marfil
Agudo de sus dientes, una fruición eléctrica
Aumenta su saliva,
Hinchados por el viento de la ira
Tuercen sus intestinos las espinas del hambre,
Su mujer, reducida al hueso
Y al pellejo de la bruja,
Con lechugas sonrientes de miedo
Los oculta en la flaca bandeja de su vientre,
Excitado en secreto por el halcón de sus temores,
Picanea con ellos la piel de la inocencia,
Para forrar sus pánicos
Usa un traje ritual de cortesías,
El amor le desata los calambres del vómito,
Por eso, bajo la leche suave de sus caricias,
Que reciben los niños como corderos,
Salta de pronto, ágil,
El solapado desgarrón del tigre,
Su aliento sulfuroso
Expande un abanico de mentiras,
Al mal bendice y riega
Como a flores amables,
Y juega como un gato displicente
Con la sutil madeja de las hipocresías,
Lo decora el saludo
De los otros verdugos
Con medallas domésticas,
Así de siglo en siglo
Va escribiendo su libro
De muertes invisibles,
Hasta que llegue el día
Del libro de la vida
Donde su nombre no está escrito.


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Poema Oda sexta - Orfila Bardesio