Quiero darme la mano, sin embargo no puedo.
No puedo conciliarme con la carne que arrastro;
Me rebelo a mí mismo contra mi propio cuerpo
Como un perro rabioso que se ve acorralado.
Me erijo en enemigo feroz de mi persona.
Ya he roto con preguntas la cuerda de mis sueños
En esta guerra abierta contra todas las cosas
En la que siempre acaba venciendo el descontento.
¿Quién soy? ¿A dónde vamos? ¿Por qué todo me duele?
¿Por qué todo me pesa sobre la misma espalda?
A cada paso el mundo me dispersa y me pierde
Más en mi laberinto de búsquedas, que hieren
Como puertas de sangre tiradas en la cara.
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