Nudo de amor

A mi esposa,
Con luz de jacarandas.
Un duende recorre nuestra casa
Con sus pasos de viento:
Es el don de tomarnos otra vez esta noche
El cielo de los dos por asalto…
I
Hay olor de manzana bajo techo:
El árbol de la noche
Se planta en nuestra alcoba
Con música de parras
Con enjambre de susurros y tientos
Con sus ramas que ahí se desparraman
Como cabellos de ángeles
El silbo de la flauta de Dios
Se desliza de pared en pared
En el templo de nuestro domicilio: las voces
Se confunden y yo
Me llamo tú y tú
Me llamas yo: las almas
Se arrodillas en desnudez de fruta o de corola
Mientras los dedos de las manos de los pies se entrelazan
Solazando llamitas de ternura que estriban
Alrededor del cuello del tronco de los brazos
O subiendo el temblor de tus pechos
Incendiando tu ombligo tus caderas mientas mis manos
Viajan por tus rodillas tus ojeras tus lágrimas
Gorgoriteando sílabas de ensueño
Mientras la brisa nos camina con caracoles tenues
Desatándonos más a allá del tiempo.
De tibieza las sábanas palpitan.
Los pozos de la dicha están copando estrellas.
La eternidad
Está siendo asaltada por la nuestras almas.
II
Después de la batalla bien ganada
Me preguntas qué pienso: si recuerdo
Los años de la ausencia.
Tus miradas se yerguen como espadas
Y me hieres de pronto la memoria.
Es que estoy a punto de escalar
Los torreones de tu melancolía
Como con un abrazo de naufrago
Para que dones los perdones
A cambio de izamientro de esta luz
Que las fuerzas del mundo nos habían negado
Como mejor respuesta
Mis manos vuelven a ser pequeños pájaros
Que viajan fluyen cantan
Al brillo de tu risa y tu sonrisa
Picoteando tu oído con palabras apenas perceptibles
Y vuelven a la cima de tus pechos
Oyen las vibraciones de tu sangre
Adivinan el río que te coreo y tras él
Bajan hasta el ombligo y caen
Contigo para ti
Para mí en este instante
Al pozo de la dicha.
III
Nubes arriba
La luna va en carroza con halos de cristal
Y hace guiños como cocuyos de paz
Para que nos sigamos amando tanto.
La luna llena.
Ahora nuestra casa es el edén: somos de nuevo
La primera pareja.
Orquestas y jardines alrededor de nuestros besos.
Flota un dulzor de vino en las palabras
Que casi no decimos.
Al principio éramos tú y yo
Y era el edén: enseñoreábamos
Cuerpo a cuerpo sobre la grama
O sobre las flores de los cinco negritos
Bajo los maquilishuats
Bajo el almendro
Bajo el palo de fuego.
Entro adentro de ti
Y todo se ilumina
Como si la electricidad de Dios nos acudiera…
Entonces todo cabe entre tú y yo:
La recámara aflauta sus esquinas
La cama se pone intempestivamente dulce
Mientras yo te persigo gota a gota
Como un pececillo sobre la crestas del mar océano.
IV
Dicen los amorosos que en el primer edén de nuestras vidas
De mi costilla quizá saliste
O que quizás
De mi costado saliste
Como una flor-dolor que yo mismo
Desposé en la semilla
De aquel nudo de amor.
Oh tú mi compañera
Mi otra yo en la aventura del bien y el mal:
Fue de ti y fue de mí
Que allá en Ocelotlán hace como mil años
Dijo Dios:
Dejarás a tu padre y a tu madre
Y te unirás por siempre a esta mujer
Y serán
Una sola persona por el mundo.
Desde entonces advengo por ti a toda hora
Con un nudo de amor en la garganta.


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Poema Nudo de amor - Luis Melgar Brizuela