He oído tu voz en el paraíso: y he temido
Y llenándome de vergüenza porque estoy desnudo,
Y así me he escondido.
Génesis: Cap. III, Versículo 10.
Nada me sucedió como la historia bíblica.
Yo me descubrí cuando nació la luz en mis sentidos
Y lo vi todo: Luz sin límites bajo el día.
Era yo, ya no la piedra, sino un cuerpo con ojos
Proclamando el gozo en el bosque del cuerpo desnudo.
La única serpiente que hubo fue el fuego
Del deslumbramiento trepando hasta el tórax.
Tuve miedo, creo, pero pudo más el estertor
De dibujar líneas azules en las comisuras de la realidad.
Aquella sensación era de fuego: Volcán creciendo,
Incrustando su lava en los poros, fuego total despierto.
Tuve cierto miedo al ver mi imagen y la otra,
Espejos mudos chispeando en la sangre, sudorosos;
Pero luego pasó como un meteorito y mi cuerpo sin muros
Dejó de ser sombra para convertirse en milagro verdadero.
Así supe que un hombre y una mujer pueden arder
Y rendirse ante la hoguera sorbida por la boca.
Así me sucedió la historia en el Jardín del Edén:
Nací descubriendo ese otro cuerpo amante.
Me sentí vivo al beber todo su cuerpo y grité de gozo:
Desde entonces el mar y la tierra son desnudo viento.