Nacimiento de la palabra

Hay un arcón que guarda las palabras calladas:
Lo mucho que no dije cuando te tuve, padre,
Hoy que el musgo ha cubierto mi estancia y mi conciencia
Y se alargan las horas de un tiempo impenetrable,
Ha llegado el momento de contártelo todo,
De abrir la cerradura de mi piel y mi carne
Para que en el espejo de mis ojos cansados
Se reflejen los ecos de tus viejas verdades.
Me dejaste de herencia la caricia de siempre,
Tu corazón abierto, tu ser, tus ansiedades,
La esencia de la tierra que impregnara tus pasos
El llanto de su historia y una huella imborrable.
Se han quedado grabadas tus pupilas extrañas,
Hoy remansado de luna, hoy brillo desafiante,
Nuevo sol madurando en mis ojos de niña
Que aprendían confiados el juego de ser grande.
Tus manos me entregaron la línea de la vida,
Dibujaron el rumbo de nuevas claridades,
Me abrieron el camino de la gruta saliente
Y extrajeron la espina que se hundía en mi carne.
Hoy que la voz antigua se escapa de la piedra
Y llega hasta mis manos, que la acogen vibrante;
Desnuda, erguida y nueva, tu palabra encendida,
Acuñada en los siglos de pasadas edades,
Ha de alzar en mis labios las verdades ocultas
Para atizar la llama de antiguas soledades.


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Poema Nacimiento de la palabra - María Cristina Orantes