No era nuestro el tiempo. Era de otros que fueron nosotros
Sin cicatrices, sin velos, casi desnudos.
Otros cuya piel era dorada,
Mundo con luz y menor sobresalto.
Una visión hermosa donde dibujar
Escenas que acaso sucedieron,
Y quedaban tan lejos, tan rotas
Como el agua se rompe en sueños distantes.
No aceptamos la forma que tuvimos.
Es sólo un rumor
Que rinde su presencia
Con sombras que nadie reconoce.
De nada sirve saber en dónde estamos:
La realidad conserva en sus umbrías
Resplandores de una luz que no nos pertenece.
Vivir es costumbre,
Fulgor fingido,
Ilusión de ver entre tanta ceguera.