Mañana de ámbar (5)

Teníamos un estadio de Fútbol
sólo para nosotros.

Era la algarabía nunca vista,
excepto al llegar mayo
cuando volvían a clases
los alumnos del Instituto Nacional.

Y, sin remedio,
replegados, escurridizos,
merodeábamos por la muralla viéndolos jugar
con envidia y con rabia,
hasta desquitarnos en el próximo verano.


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Poema Mañana de ámbar (5) - Manuel Orestes Nieto