Mar de Dios, mar velado y protegido
Por la gracia de amor en la belleza…
Uno mi pequeñez a su grandeza
Y hallo en su plenitud nuevo sentido.
Mar de Dios, mar en luz, mar poseído
Del misterio del mundo. Su pureza
-La del pez y la nave en luz y alteza –
Me mueve al pensamiento y al sonido.
No arrojo el ancla. Es perennal el viaje.
Borda flores la espuma en el bordaje.
En el azul ensortijado ahondo.
Dios me espera en el mar. Y Dios me llama.
Tal vez Él me amortaje con la rama
Del coral de su sangre en su azul fondo.