Lo que no dice la sombra de mis labios
medita alrededor de su espesura.
Intimidad,
poema,
profecía del principio,
periferias o puertas de horizonte.
Cuando voy a soñar
el viento habita las tumbas,
erosiona la casa de todas las edades.
La memoria, acostumbrada a su barbecho,
espera el alba de la luz
para enturbiar los ojos,
el tiempo de la luciérnaga que escriba
tus miradas mortales.
En la colina de la arcilla que ata mis pies
desconozco el lecho del cadáver y la espiga,
la huella, su inclinación en los helechos,
el trazo que describe
el miedo de los años.
Desconozco
la palabra que crece en sus orillas,
la voz que sobrevive en el deseo.
Cuando voy a soñar
y Lázaro se sacude las ortigas.
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