Lázaro pide ayuda

Hablo y no tengo voz. Callo y escucho
cómo se acerca nadie hasta mi sepultura.

Soy el fuego en que ardo, odio el silencio,
y ya no aguanto más esta manera
de no vivir.
Mi cuerpo es una lumbre
que no quiere apagarse.
Mi cuerpo es mi alma dura,
es mi memoria
envuelta en el sudario de las sábanas
donde me hundí, jamás
he dejado de estar amortajado.

Mi cuerpo aquí tendido es el lugar
de los hechos, el mapa de mi miedo.
Es un niño asustado y escondido
en la alacena de su corazón
escuchando la voz antigua de su madre
que lo busca, lo llama,
y han pasado los años y él sigue allí escondido,
sin voz. Le falta el aire.
Nadie lo busca ya. Nadie lo llama.
Nadie espera su herida. Nadie llega.

Nadie se acuerda de lo que he olvidado.
Mi cuerpo sí. No olvida. No se mueve.
Mis ojos necesitan la luz que les negué.


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Poema Lázaro pide ayuda - Juan Vicente Piqueras