La isla del tesoro

tuve los mapas del alma en la mano

el capitán flint cortó seiscientas cabezas
entre arrepentidos y mujeres amables
perro negro llegó a las cientoveinte
una noche de puro delirio pensando en su madre lejana
pero zarpamos buscando
el horizonte las púas del mediodía

había también un barril con manzanas

dejamos atrás al ciego pew
que adivinaba el adiós en las manos
el pobre capitán con venas de oro
buscando la ruta el horizonte
el otro olor de la vida

contra mis ojos he sido un traidor
delaté el rumbo de los sueños
una nave que cobró el largo de plata
para que siempre quedara lejos mi madre también

en el barco se cometieron atrocidades
pero lo peor fue en la isla

nunca hubo joyas no podían existir
en la promesa que brilla en la palabra
yo conocía el mapa del alma
quisieron cercenarme la espalda de volar

cuando llegamos a la isla
querían un barril eterno de manzanas
para esconderme y soñar
una espada
que alguien clavara sobre mi asombro y mi lengua

yo que sabía las rutas del corazón
por el mar que todavía me entusiasma
tengo en los párpados la sangre que derramaron buscando
mi silencio al no haber tesoros

ahora sólo escucho y hablo al aire
enloquecido en una costa inútil
que el capitán flint con su cuchillo afirma
es el sueño esperado

con diez mosquetes en la garganta.

(DE EL LIBRO INÉDITO : SI YO ME LLAMASE RAIMUNDO)
Poema proporcionado por el autor


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Poema La isla del tesoro - Ramón Fernández-Larrea