He visto mi rostro
He visto mis ojos
En el acantilado de reflejos
Subiendo por las grietas del árbol
Y mi rostro y mis ojos
Sin prisa se han ido a la tarde
Ahí esperan
Todas las cosas del universo
El rayo que parte el cielo,
El niño corriendo en el césped,
La sombra débil y simple
En el borde de la calle
Y el preciso instante en que todos se marchan
Y el silencio inunda
A todos los niños y a todos los hombres.
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