A través de la bruma invernal y del limo,
Tras el hato, Fonoe cabra la senda terca;
Mas de pronto, un latido dícele que él se acerca…
Y, en efecto, oye el silbo de Melampo su primo.
A la llama, el coloquio busca sabroso arrimo;
Luego inundan sus fiebres en la miel de la alberca;
Hasta que la incitante fruta de ajena cerca
Les brinda la luz verde dulce de su racimo.
Después ríen… ¡de nada! ¿para qué tendrán boca?
Y por fin – Dios lo quiso – él, de espaldas la choca
Y la estriega y la burla, ya que Amor bien maltrata…
Y ella en púdicas grimas, con dignidades tiernas
De doncellez, se frunce el percal que recata
La primicia insinuante de sus prósperas piernas…