Ella creía que la reflejaban los espejos que era esos dedos que hurgaban en el rostro las lentas mutaciones que era su pulóver sus zapatos lo que recordaba y lo olvidado que era una guirnalda detrás suyo que era su cabeza que era sus amigas sus trabajos un hombre en una esquina. Una mañana. Las casas que habitó sus cuatro barrios que era las que era tras el portón borroso de los sueños que alcanzaba para ella el gentilicio y la historia de un país incierto el hambre la sed o lo que amaba





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