Escucha
Al viento en el centeno.
Mira qué azul de espigas despertando
Al áspero cantar de los gorriones. Pesa
Sobre el mundo tanta luz incierta
Que abro mis manos e intento mitigar
La fatiga que te vence.
Pero barre la mañana su propia melodía
Agotada de tanto resplandor y Nada te concede
Como último don
La transparencia de la niebla.