Es la hora más dulce,
Cuando declina el sol.
Y el horizonte arde
Hasta alcanzar el ala
Desnuda de los pájaros.
(Las aves que conocen
La frontera imprecisa
De los cuerpos, el fulgor
Añil de las raíces…
Su confusa avaricia).
Escucho gemir a los almendros,
El temblor de sus ramas
Crecer hasta mis labios…
Y su flor blanquecina,
Despojada, como un sexo vencido
Que cae hasta el crepúsculo.