En nombre de unas niñas. A los días de la Duquesa de Wervick y Alba
Admite benigna,
Duquesa excelente,
Ofrenda que ausente
Tus siervos te dan.
Hoy alzan humildes
Sus ojos al cielo:
Su amor y su celo
No vanos serán.
La voz inocente
Al numen agrada;
Que vuela inspirada
De puro candor.
¡Oh! Llegue a su oído
La súplica nuestra:
Prodigue su diestra
En ti su favor.
Dilate tu vida
En prósperos años:
Ni sienta los daños
Del tiempo cruel.
Cual árbol robusto
Que dura creciendo.
El aura moviendo
Las flores en él.
Amante y esposo,
Ocupe tu lado
Aquel fortunado
Mancebo gentil.
Coronen su frente
Laureles de gloria:
Fatigue a la historia
Mil años y mil.
Cercada te mires
De prole fecunda:
En ella se funda
La dicha de amor.
En ella hermanarse
Verás fortaleza,
Cordura, belleza,
Virtud y valor
Que al nombre heredado
De ilustres abuelos,
Conceden los cielos
Honor inmortal.
Conceden, que al mundo
Viviendo famosos,
Tus hijos dichosos
Le adquieran igual.
Por ellos un día
Intrépida España,
Sabrá en la campaña
Lidiar y vencer.
Y alzando, ofendida,
Cruzados pendones,
De osadas naciones
Domar el poder.