Dulce señor

Dulce Señor, enamorado mío,
¿adónde vais con esa cruz pesada?
Volved el rostro a una alma lastimada
De que os pusiese tal su desvarío.

De sangre y llanto entre los dos un río
Formemos hoy; y si a la vuestra agrada,
Partamos el dolor, y la jornada,
Que de morir por Vos, en Vos confío.

¡Ay, divino Señor del alma mía!
No permitáis que otro nuevo esposo
Me reconozca suya en este día;

Bajad de vuestros cielos amoroso,
Y si merece quien con Vos porfía,
Dadme estos brazos, soberano Esposo.


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Poema Dulce señor - Tirso de Molina