DespuÉs del merolico

No es el camino de regreso a la infancia.
Apenas los oleajes de luz
al salir de una cantina
a mediodía.
La carne varada.
El antídoto de la risa
para no morir
mientras se mea.
¡¿Mea?!
¿Cuál culpa?
Las piedras en el riñón
y otras lindezas del cuerpo
para admirarse.
¡Ah! las cruzadas, tan estúpidas
las de ahora como las de entonces.
Crecen y se van con un murmullo.
Yo también quise reinar
y compré la ceguera de un ojo
que ahora devoran los puercos.
En la plaza
el merolico se guarda una sonrisa.
Nunca más lo pude ver
entre la gente


1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (1 votes, average: 5.00 out of 5)

Poema DespuÉs del merolico - Eduardo Zambrano