Deposición amante de su rendimiento

Cautiváronme dos ojos,
como Dios hizo un Argel
y, sin tener ley alguna,
quieren que guarde su ley.

Hicieron de mí sus rayos
lo que el áspid del clavel,
la esfinge del caminante
y el segador de la mies.

Dos años ha que los vi,
que nací, mejor diré,
pues se empieza de la dicha
más que del tiempo el nacer.

Tan otro soy del que fui
que, admirado alguna vez,
me pregunto por mí mismo
y no me sé responder.

Pero estése la piedad
donde quisiere el desdén,
que un premio tiranizado
es lisonja de una fe.

Eslabones arrastrando,
pienso frecuentar sus pies
por ver si obligo deidad
la que no puedo mujer.

Y, mirando las cenizas
en que se volvió mi ser,
dirán los escarmentados:
“No Troya, aquí Antandra fue.”


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Poema Deposición amante de su rendimiento - Gabriel Bocángel