Décimo quinto

pero dormir al fin y al cabo sin sobrevivientes sin deserciones pasivas en un lugar tan simple como el extravío

secando esta piedra en canto o quemando esta piedra negra que comienza con secreto a elaborarse un futuro…

pensando…munco grotesco en la coja muchedumbre de lo retornante yo he asesinado al hombre y en esto no hay vergüenza yo he asesinado al hombre y tood lo que ha querido o lo que ha querido entonces se le parezca me he bautizado en sus aguas cuyas membranas enormes no han logrado mezclarme en su candor extraño yo he caminado por él y no con él con el sudor del viajero adulador de la luna que siente pena por mí que solamente me miente cuando se peina despacio y oculta bajo diademas el estupor del mundo

cuero blanco en la mano en torno al alba

secando esta piedra turca o quemando esta piedra negra digo HACHÍS que ceniza el piedrar de los cantos

EXTENSIÓN PROMETIDA A LOS HURTOS que no protegen los restos
de mi yo cautivo…

(CABALGANDO SOBRE EL POEMA
QUE NO HA SACIADO EL DESEO
DE PARAR LA VIDA)

secando esta piedra en canto o quemando esta piedra negra que ha deshecho sus bohíos para esta máscara que adula lo que exige
(que pretende con cada amanecer su barlovento a la diestra del Padre)

no más imágenes borrosas con saludos donantes dice fangosa la súplica de lo viviente

mi semejante que ahora se comprende de estirpe deleznable – sobre un campo agitado por la hiena – no es más que este tronar de voces que entonces se disipa/ este crujir de huesos que nace sin esfuerzo alrededor de un cielo agriado por palabras

y por la dicha que tuvimos de mediar aquí la mano que abandona

de escuchar ahora más fértil
creciendo a la miseria
como una vieja amiga trepando por las mallas de los patios sin oscilaciones

como esa voz de mis mundos que llega para despedirme sin alzar su hombro: el padre casi extraño. La madre envenenada arañándose las sienes por el vientre en fuga. La hija como polvo principiante (con su sonrisa de potro librando su horizonte a otros bastones)

todo lo que un día es/ será o fue inmediato
todo lo que un día dudó porque todo lo que duda es siempre hembra

y hacia qué futuro/ hora o desapego que concluya esta revuelta a la semilla

mostrando que sólo lo inmediato es verdadero

que no tiene importancia el desaliento mas allá del grito

oh esta tardía calma. Tardía abrumadoramente. Que engendra mi vergüenza de necesitarnos. Tan terriblemente tardía como falsa. Tardía como el diluvio en la casa del ángel. Tardía como mi infancia (hoy ordenada anciana de alfileres) cuando volvía caminando sobre las aguas de la mano de Ayax feliz por olvidar cuánto aprendía. O como la adolescencia débil con Narciso buscando entre los torsos ajenos un espejo empecinado en reflejarme/ un bálsamo aplicado por errores que no volvieron a danzar sin nuestro riesgo. O como la madurez/ después dolor resuelto cuando Sísifo se dejaba la barba para recordar que tuvo un día una mujer sin nombre

UNA MUJER A LA QUE SUPE LLAMAR CAÍDA JUNTO A UN RÍO TOCADO POR EL
CIERZO
A LA QUE SUPE LLAMAR HIERBA UN DÍA SOBRE LA FLORESTA…

pero te irás – dice la voz con máscara o con rostro-
Y AHORA COMO UN MUGIDO ESPESO QUE SÓLO VIENE BORDEANDO LOS
MANICOMIOS

AHORA COMO UN MASTICAR PROMESAS/ COMO LA LEY DEL INCESTO QUE JAMÁS SE
ANUNCIA
CAPTURADA EN DETRIMENTO DE LA BESTIA

te irás aunque jamás encuentres el poema donde el talvez no exista
(aunque te quedes sin recorrer las tinieblas para entender las sendas de tu casa/ las verdaderas sendas de mi casa)

pero te irás – dice la voz con máscara o con rostro-
y te irás de la misma forma en que llegué a este mundo: con lágrimas en los ojos y los puños cerrados

mis puños cerrados por largo tiempo


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Poema Décimo quinto - Ernesto Carrión