Hace muchos, muchos años
me hice amigo de una sirena.
tenía el pelo de coral y sólo conocía
la lengua de las algas.
Ella me invitó a su casa.
Compré un traje de buzo
y descendimos las corrientes del mar.
Su casa era una cueva entre acantilados.
Tenía una cama de piedra,
una estufa de aguas turbulentas
y la campana de un naufragio.
Hice Amistad con pulpos y medusas
y conversaba con los peces
mientras ella regresaba
después de cantarle a los marinos
y de la mano recorríamos
los jardines del mar.
Pero un día se me acabó el aire.
-¡Me ahogo!- le dije.
Salí a la superficie.
Nos abrazamos con tristeza.
No podía vivir más en su cueva.
Ahora, cuando escucho el canto de sirenas
en medio de la noche,
saco un remo y navego hasta su isla.