Vivir es alegre – los he oído reír cada vez
más fuerte – y seguían cada vez más alegres-
la noche se apiada de mí porque no siento
vergüenza.
Y una más pide el más ronco – que traga sin ser
procaz – porque es suave y delicado – adora la
botella como una nalga de mujer-
a grandes sorbos.
Aquél sí es de los peligrosos: roba mata miente
y es astuto – pero cuando pasa próximo a mi mesa
sus grandes ojos de arañas sedosas se deslizan
como un tigre en mi regazo – Por fin siento
que he viajado –