Los contemplo en mi sueño,
Despiertos y elegantes…
Quietos ellos;
Yo inmóvil.
Se extienden ellos, plenos, musicales.
Mis pies, fijos, envidian su feliz
Viaje.
Ellos frutales o floridos;
Estéril yo, sin centro.
Saben quién soy,
Y yo – ignorante de su ser – los miro
Como ajenos a mí – lloro sin lágrimas-.
En sus ramas mejor cantan los pájaros.
Bajo sus hojas es la sombra vida.
El cielo los convoca para el vértigo sacro.
Ahora y siempre se escucha bajo tierra
Un silencio: la paz de su semilla.