Dios dijo:
“intercambien los anillos”
y desde entonces vistieron
en sus manos blancas
aros de oro,
rejas, recuerdos, rosario
ríos enredados
de impulsos y lágrimas.
Aros de oro
en sus manos blancas
cárceles exquisitas
en sus ojos los años;
en los años sus esferas,
absolutos milagros.
A la eternidad llevan
círculos que irradian
el misterio gracioso
de un voto lejano
y promesas cerradas.
Dios por fin les dijo
que se den un beso
y con pasión de barro
dejaron de ser ángeles.