Yo soy la puerta de tu habitación.
Soy tu espejo y tu armario
y la duna de dudas de tu almohada.
Soy el incendio que llama cenizas
a su futuro, fe a lo que le falta,
el miedo a no saber amar, tu sed.
Ábreme, entra en mi espejo, suéñame
como desees tú, como tu alma
me necesite, esparce las cenizas
de tu necesidad sobre mis hombros
y aléjate de mí, no soy el hombre
con quien serás feliz, soy sólo el nombre
de una estrella fugaz.
Cuando despiertes
estaré muerto ya pero alumbrándote.