Al rebaño mayor de sus cuidados
Que a la orilla del Po paciendo se iba,
Dijo Vandalio con la mente esquiva,
Los ojos de sus lágrimas bañados:
“Paced, mis ovejuelas, pues los hados,
La invidia ajena y la aspereza altiva
De la ribera de Pisuerga os priva
Y de sus verdes y floridos prados.
Si en las hierbas halláis amargo el gusto,
Si el agua es menos clara que solía,
Si os muestra el cielo invierno a primavera,
No es fuera de razón, antes muy justo,
Pues tan lejos estáis del alma mía,
Que sea todo al revés lo que antes era.”
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