Entró a hacer la razón
Gil Toribio en la taberna,
y en vez de hacer la razón
Toribio quedó sin ella.
Era el divino Toribio
un ángel en la pureza,
y en ser de espíritu puro
es divino por esencia.
Cual ángel cayó Toribio,
que, aunque de vino, humos eran,
y así luego lo derriban
humos contra la cabeza.
Así que cayó Toribio,
ya por demonio se cuenta;
y es el Toribio tan diablo
que hasta las paredes tienta.
Los ojos tiene enramados
Toribio, y es cosa cierta
que el ramo de los ojos dice
que hay allá dentro taberna.
De seda estaba vestido
– que hay monas que visten seda-,
y aunque se quedó vestido,
no hay duda que en cueros queda.
Sus ojos vasos de vidrio
por de fuera vino enseñan,
y aunque estén encarnizados,
más cuero que carne muestran.
Un mal le dejó de gota
jarro que sin gota queda,
que otros renquean por gota
y él por azumbres renquea.
Y como en cueros nació
y en cueros morir espera,
para más conformidad
en cueros vivir desea.
Siempre tuvo alma devota,
siempre a lo que Dios enseña
humilde su pecho inclina,
la medida lo gobierna.
Aborreció el agua en vida,
y en la muerte es cosa cierta
que para morir en paz
se reconcilió con ella.