A n., hermosa y astuta dama de sevilla

Si pena alguna, Lamia, te alcançara
Por cada voto que perjura quiebras;
Si almenos una de tus rubias hebras
En cana se trocara,
Creyérate: mas luego que, engañosa,
La fee rompes debida al juramento,
Tú, de la juventud común tormento,
Despiertas más ‘ermosa.

Falta pues, Lamia bella, al siglo ‘onrrado
De tu defunta madre, sin reçelo;
Falta a tu vida misma; falta al çielo
La fee que les ‘as dado:
Pues de veer quánto número confíe
De moços en tus juras, y qué artera
Burles al más astuto que te espera,
Todo el çielo se ríe.

Más: que la juventud para ti creçe
Toda; créçente nuevos servidores,
Y de los que hoy desprecias amadores
Ninguno te aborreçe:
De ti la madre teme a su querido
Hijo; terne de ti el viejo avariento;
Teme la esposa que tu dulçe aliento
Detenga a su marido.


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Poema A n., hermosa y astuta dama de sevilla - Francisco de Medrano