Bajo el latido de la yerba seca
Duerme tu voz, pastor alucinado.
¡Cómo falta Miguel, tu asesinado
silbo y tu voz de arcángel que no peca!
Tu corazón, tu corazón impreca
Al español traidor soliviantado.
¡Cómo falta tu tuétano incendiado
que hoy bajo las raíces se reseca!
Pastor del viento, el trigo y la gavilla,
Frenético recojo tu semilla
Y la raíz violenta de tu rosa.
Te he buscado en Guernica, en Alicante,
Para encontrarte claro, germinante,
En tu muerte de espiga generosa.