No sólo envidia al suelo, no envidiada
Sólo tu altiva frente de una estrella
Era, ¡oh gallarda torre, cuanto bella
Temida, y cuan temida respetada!
Ya (¿qué no allana el tiempo?) derribada
Creces llanto a Sagunto; niega vella
La yedra, huésped que se abraza en ella,
O ella se esconde en ella de afrentada.
No le prestó su fe, su fortaleza;
Mas ¿qué homenaje deja el tiempo duro
Que en brazos de sus alas no dé al viento?
No hay bronce que a su fuerza esté seguro.
Tú, triste, eternidad, valor, firmeza
Busca, no a bronce o torre, a un pensamiento.