Febo desde la tierna infancia mía
quiso que el plectro de marfil pulsara,
y en las alturas de Helicón gozara
sus verdes bosques y su fuente fría.
Más dudosa la mente desconfía,
Conti, aspirar al premio que prepara
a solo el que mostró, con unión rara,
talento y arte en docta poesía.
Pero si tú, mi amigo generoso,
la cumbre me señalas eminente,
y el paso incierto dirigir no excusas:
Imitando tu verso numeroso,
veré de lauros coronar mi frente;
suspenso al canto el coro de las Musas.