Te elevo sobre el mundo y el ensueño,
¡escultura de luz, de aroma y canto!
Ala impaciente, roce de tu manto,
tácito y puro en vida y en diseño.
Te sostiene mi verso, tan pequeño
-piedra de espuma, base del encanto-
y en vigilias y vórtices de llanto
sierva soy al servicio de mi dueño.
Toda belleza en ti dobla su gracia,
toda gracia precisa sus virtudes,
toda virtud aumenta su eficacia.
Se alza de mi verdad tu nombre fuerte
y en espacio de soles y laúdes
quiebra el ángulo frío de la muerte.
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